Todos tenemos miedo a que nos “descubran”

Mujer mirandose al espejo y reflexionando

Javier es el líder de un equipo encargado de desarrollar proyectos tecnológicos en una empresa. Hace poco ascendió al rol de liderazgo de su área, pero no puede evitar pensar que quizá no está listo para asumir este reto. Sabe que sus otros compañeros son muy buenos en su trabajo y no termina de entender por qué lo escogieron a él para liderarlos. Esto hace que Javier sea un poco tímido en su estilo de liderazgo, tratando de validar sus ideas con todo el equipo antes de tomar una decisión porque no quiere cometer algún error que haga que pierda la aprobación de todos. Esto ha hecho que algunos de los miembros del equipo se sientan un poco preocupados sobre la dirección del área porque no sienten que hay una visión clara sobre a dónde ir con los proyectos.

Por otro lado, Cesar es el líder de un área de tecnología en otra empresa y también acaba de asumir este puesto de liderazgo. Cesar también sabe que sus compañeros son muy talentosos, pero su estilo de liderazgo es diferente al de Javier. Él es una persona más prepotente con sus ideas y, desde que asumió el cargo, ha tratado de imponer su manera de trabajar, siendo muy duro con las ideas de los demás miembros del equipo. Esto hace que algunos de los miembros del equipo se sientan incómodos de trabajar con él porque no pueden proponer algo sin que Cesar lo critique de alguna manera o desestime por completo.

Si bien ambos escenarios pueden parecer muy diferentes entre sí, existe algo en común entre Javier y Cesar: ambos tienen miedo.

reunión tensa de trabajo, un hombre grita al resto del equipo

Ambos líderes se están enfrentando a algo con lo que todas las personas tenemos que lidiar todos los días. Ambos se encuentran expuestos ante sus propias inseguridades y miedos de no estar a la altura de lo que se espera de ellos.

Todos los seres humanos sentimos inseguridad y miedo a no estar a la altura de las expectativas. Esto lo hemos heredado a lo largo de toda nuestra evolución porque tenemos una necesidad innata por encajar en nuestra sociedad y de recibir la aprobación de otros. Es simplemente parte de nuestra naturaleza porque somos una especie gregaria que necesita vivir en grandes números para sobrevivir.

De hecho, este es un fenómeno tan recurrente que hasta tiene un nombre: el síndrome del impostor. Esto consiste en que las personas sentimos miedo a que los demás puedan “descubrir” que no somos tan capaces como ellos creen que lo somos, generándonos altos niveles de ansiedad cuando nos encontramos en situaciones donde estamos expuestos o donde creemos que van a “descubrir” nuestra farsa.

Este es un fenómeno bastante común, especialmente en el entorno laboral. Según un reporte de la BBC, 7 de cada 10 profesionales reconoce haber tenido el síndrome del impostor en algún punto de sus carreras, y Forbes confirma esa misma estadística en un estudio que realizó KPMG entre mujeres ejecutivas.

Sin embargo, ahora que tenemos claro que es normal sentir miedo, eso no significa que podamos actuar de cualquier manera a causa de él. Debemos tener cuidado con los comportamientos que realizamos como consecuencia de estos miedos dado que, así como en el caso de Javier y Cesar, pueden estar afectando a las personas con las que interactuamos, incluso creando entornos tóxicos alrededor nuestro.


2 maneras de evitar que nos "descubran"

Cuando los seres humanos nos sentimos amenazados, tenemos 2 formas de reaccionar: huir o luchar. Es una respuesta que viene de nuestra evolución como especie para garantizar nuestra supervivencia. Y si bien ya no vivimos enfrentándonos a animales que nos quieren comer, ese mecanismo de respuesta sigue funcionando ante otros tipos de escenarios de “peligro”, como nuestra vida profesional.

Por ello, cuando estamos en una situación laboral en la que nos sentimos vulnerables, como cuando creemos que alguien puede “descubrir” que no somos tan buenos como creen que somos, solemos reaccionar en base a alguna de estas 2 formas.

En los ejemplos que puse al inicio, Javier es el líder que reacciona bajo la consigna de huir. Es decir, prefiere esconderse en un estilo de liderazgo que aparenta ser democrático, buscando la aprobación de todos antes de arriesgarse a tomar una decisión, lo cual no siempre es lo más adecuado. Esto responde al miedo que siente de tomar un rol más seguro y darle dirección a un equipo que lo está necesitando, bajo el riesgo de equivocarse.

Por el contrario, si bien Cesar puede parecer más seguro de sí mismo al tomar un rol de mayor dominancia sobre los demás, también está reaccionando al miedo que tiene de que alguien lo descubra. Pero en su caso él, opta por una estrategia de lucha, enfrentando de manera más agresiva las decisiones que tiene que tomar, sin darse cuenta de que su comportamiento está desmotivando la proactividad entre los miembros de su equipo.

¿Alguna vez has conocido a un Javier o Cesar?

Lo más probable es que sí porque estos son problemas muy comunes entre los líderes en las organizaciones. Y esto se debe a que a lo largo de nuestra vida nos enseñan muy poco a conocer y gestionar nuestras emociones, creando problemas muy críticos en cómo se gestionan los equipos.

Por un lado, la estrategia de huir nos convierte en personas sumisas y dubitativas en nuestra toma de decisiones. Probablemente nos cueste mucho luchar por lo que merecemos, como un aumento salarial o crecimiento profesional, o incluso nos cuesta decir que “no” cuando nos piden hacer algo, perjudicándonos o a nuestro equipo de trabajo.

Y por el otro lado, la estrategia de lucha es hasta más tóxica porque nos convierte en personas confrontaciones y agresivas, todo bajo una máscara para aparentar fuerza y seguridad. Esto hace que los demás nos perciban como de trato muy difícil y, por ende, prefieran evitar tener que trabajar con nosotros.

Si no aprendemos a entender nuestros propios miedos, pero más aún a entender que todos los demás los tienen, vamos a seguir trabajando en entornos muy poco empáticos y tóxicos.

Para eso les quiero compartir 3 tips que me han ayudado a lo largo de los años a lidiar con mis propios miedos e inseguridades. Estos tips no van a hacer que esos miedos desaparezcan (de hecho nunca desaparecen) pero sí me permiten reaccionar de una manera más adecuada a ellos.

Mujer feliz y sonrinte trabajando en su laptop desde casa.

1. Recuerda que todos tenemos miedo.

Lo primero que hago con frecuencia es recordarme que todos tienen miedo de algo, incluso tu jefe.

A veces tenemos esta idea equivocada de que los líderes senior ya no sienten miedo porque tienen muchos años de experiencia, y puede ser cierto de que ya no le tienen miedo a cosas que antes sí. Por ejemplo, quizá ya no le temen a cometer cierto error técnico en su área porque saben que hay maneras de solucionarlo, pero eso no significa que no aparezcan nuevos miedos.

Un CEO, por ejemplo, tiene una responsabilidad y presión muy grande por entregar resultados porque ha sido escogido por el dueño de la empresa, o una junta de directores, para dirigirla. Se espera mucho de él y cada error que cometa alguien en la organización es su responsabilidad. Y los CEO no tienen a alguien que les diga cómo lograr los resultados porque es a quien todos voltean a mirar para determinar la ruta de trabajo. Es decir, también tienen la presión de sus equipos de trabajo por plantear una ruta que sea exitosa.

Como ven, hay muchas oportunidades para que un CEO se sienta vulnerable y no todos tienen las herramientas emocionales para lidiar con este nivel de presión, sucumbiendo a sus miedos en algunas ocasiones y recurriendo a los comportamientos de huida o lucha.

Entonces, si el CEO puede estar lidiando con sus miedos e inseguridades ¿por qué nosotros estamos libres de ellas?

Si haces el ejercicio de recordar que todas las personas están luchando todos los días con sus propios miedos, conscientes o no, es más fácil luchar con los propios. Más aún porque, como no todos estamos hablando de nuestros miedos, muchas veces creemos que somos los únicos que lo estamos sintiendo, incrementando aún más la ansiedad por que nos “descubran”.

 

2. Busca evidencias de cosas que has podido hacer bien en tu carrera.

Muchas veces nuestros miedos son irracionales. Es decir, sentimos inseguridad a pesar de que podamos ser profesionales con mucha experiencia y una carrera con muchos logros. De hecho, suena contradictorio pero muchas veces los profesionales que más logros han obtenido pueden sentir más inseguridad si es que no saben manejar correctamente las emociones que traen esos reconocimientos. Es decir, dependen de esos reconocimientos para sentirse como buenos profesionales.

Por ello, algo que hago cuando siento que mi síndrome del impostor se está activando es revisar un documento que he elaborado donde pongo todo y cada uno de los logros que he tenido como profesional. Y no me refiero solamente a premios o reconocimientos, sino literalmente a todos y cada uno de los proyectos en donde he aportado algún tipo de valor.

Este documento lo llamo mi “portafolio” y me sirve para ver, de manera palpable, que sí he podido hacer cosas importantes y que tengo un recorrido que ha generado impacto. Esto me ayuda a reforzar la idea de que si bien no sé cómo enfrentar el reto que tengo entre manos, voy a encontrar la forma de hacerlo, así como lo hice en el pasado.

(Si te interesa ver este documento para que puedas guiarte para armar el tuyo propio, escríbeme en los comentarios para mandártelo).

Empresario molesto en la oficina

3. Recuerda que las personas agresivas son las que más miedo tienen

Este es el tip que aplico con mayor frecuencia porque cambió mi manera de reaccionar ante situaciones tensas con otras personas. Y ojo que hay muchas maneras de ser agredido en un trabajo, comenzando por recibir gritos pero también por ser ridiculizado en público.

Creo que todos podemos coincidir en que a nadie le gusta que lo traten de una manera agresiva. Sin embargo, cuando entendí que la persona que me está agrediendo probablemente lo haga porque se sienta amenazada, o simplemente tiene miedo de algo que no es obvio para todos, cambió la manera en que yo reaccionaba ante esa situación

Dejé de sentir que me están atacando a mí y comencé a pensar que, si bien hay algo que no le ha gustado de lo que he presentado, la magnitud de su reacción es demasiado intensa para un problema como este.

En mi carrera he confirmado que los líderes que realmente se sienten seguros de sí mismos suelen ser los más calmados al momento de trabajar. Es decir, pueden ser muy exigentes pero son muy claros y pausados al momento de dar feedback o al reaccionar ante algún error que pude haber cometido.

Así que la próxima vez que estés tratando con una persona difícil, en vez de molestarte o incomodarte, primero pregúntate “¿Qué le puede estar asustando a esta persona?”. Lo más probable es que exista algo y solo basta con que sepas que esa persona tiene miedo para que de pronto tu emoción de cólera pueda cambiar por compasión, porque todos sabemos lo que es tener miedo.

 

Si practicas estos 3 tips, te aseguro que vas a notar una diferencia en cómo percibes las cosas alrededor tuyo en adelante.

Recuerda que no podemos cambiar la manera en que las demás personas enfrentan sus miedos, pero si hacemos el ejercicio de recordar que todos nos sentimos inseguros sobre lo que estamos haciendo, vas a tomarte las cosas menos personales y eso te ayudará a lidiar con tus propias inseguridades.

 

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