Ingreso Mínimo Viable: Mi secreto para emprender y vivir más tranquilo
Ser adulto consiste en tener muchas responsabilidades que requieren de dinero: comprar comida, pagar un préstamo o alquiler de un departamento, pagar la luz y el agua, pagar los gastos de los hijos (si los tienes), etc.
Y todo esto sin considerar que también necesitas dinero para relajarte y disfrutar de la vida, como para salir al cine, de viaje, comprarte cosas que te gustan, entre tantas otras cosas.
Y, como todos sabemos, para ganar dinero tenemos que trabajar. Cuando yo comencé mi carrera profesional, como muchos, comencé como practicante ganando un poco más del sueldo mínimo de ese momento y poco a poco fui incrementando mi sueldo conforme pasaron los años y ascendía en las empresas. Sin embargo, algo que comencé a notar como patrón es que cada vez que obtenía un aumento de sueldo, me venía un pensamiento a mi cabeza:
“¡Perfecto! Con este nuevo sueldo voy a vivir mucho más tranquilo y seguro que estaré feliz”.
Sin embargo, a las pocas semanas esa sensación de felicidad comenzaba a desaparecer y de pronto me venía un siguiente pensamiento:
“Lo que gano está bien, pero si logro ganar un poco más de dinero, seguro que me voy a sentir más tranquilo”.
Y este ciclo de pensamientos se repitió por los primeros 10 años en los que estuve trabajando para empresas privadas hasta que comencé a notar que nunca lograba sostener ese estado de felicidad o tranquilidad, sin importar cuánto fuera lo que estaba ganando.
Este ciclo se estaba convirtiendo en un barril sin fondo y cada vez me daba más miedo la idea de perder mi trabajo o de dejar de recibir incrementos salariales porque eso significaría que no podría alcanzar la tranquilidad que buscaba.
Me parecía ilógico pensar que mientras más dinero ganaba, más ansiedad sentía. ¿No se suponía que el dinero debería traerme más tranquilidad?
Y lo que era peor, me di cuenta de que mientras más dinero ganara, más difícil iba a ser cambiar de trabajo, si es que en algún momento quisiera hacerlo, porque me estaba acostumbrando a un estilo de vida basado en un cierto sueldo.
¿Y qué iba a hacer si de pronto quisiera cambiar de actividad? ¿o si quisiera entrar a otra empresa que me llamara más la atención pero que pague menos? ¿o si quisiera emprender? ¿o si simplemente quisiera un trabajo más tranquilo para disfrutar de otras cosas de la vida?
Me di cuenta de que mis incrementos salariales se estaban convirtiendo en cadenas que me ataban más y más al trabajo en el que estaba, y que la única manera de no hundirme consistía en seguir buscando más incrementos o por lo menos sostener lo que ya estaba ganando.
Es decir, mientras más incrementaba mi estilo de vida, menos libertad tenía para tomar decisiones vocacionales.
¿Por qué sucede esto?
En Behavioral Science usamos un término que es muy inherente al ser humano que se llama “Loss Aversion” o “Aversión a la pérdida”. Este es un término acuñado por Daniel Kahneman, uno de los padres de las ciencias del comportamiento, y que demostró que las personas solemos sentir más dolor por las cosas que perdemos que placer por las cosas que ganamos. Es decir, me generaría más ansiedad darme cuenta de que perdí 100 dólares que tenía en mi bolsillo, que placer por encontrar 100 dólares que no sabía que tenía.
En el caso de nuestros salarios, la ansiedad que yo estaba sintiendo tenía que ver con la idea de que perder mi trabajo, o querer cambiar a uno que no me pague tanto, significaría que podría perder un estilo de vida al que ya me estaba acostumbrando. Esa ansiedad era mayor que el placer de recibir un aumento salarial, más aún porque mientras más ganaba, más difícil iba a ser obtener un trabajo que me pague un monto similar y por lo tanto, más me va a costar dejar mi estilo de vida.
Y mi ansiedad solo aumentó hasta que logré darme cuenta del círculo vicioso en el que estaba. Fue entonces que decidí que tenía que hacer algo al respecto y pensar en maneras de retomar el control de mis emociones con respecto a mi estilo de vida. Pero para ello tuve que ir en contra de una de las reglas más profundas que había aprendido sobre la vida: para vivir mejor, necesitas más cosas.
La idea de “necesitar” cosas para ser feliz era lo que generaba ese barril sin fondo. Nunca era suficiente. No importaba cuánto ganara, siempre habían otras cosas que “necesitaba”. Podían ser más viajes, un departamento más grande, más ropa (y más cara), un carro diferente, más salidas a comer, etc.
Entonces me di cuenta de que la manera de ponerle fin a ese barril sin fondo era a través de dejar de incrementar más mi estilo de vida una vez que ya me sintiera bastante cómodo con lo que tenía. Y así, todo incremento salarial que tuviera en adelante solamente iría a una cuenta de ahorro (para no verlo en mi día a día).
Es decir, si en ese momento yo ganaba 4 y me incrementaban a 6, entonces yo seguiría viviendo con 4 y los 2 extra se iban directo a una cuenta de ahorros para ganar intereses. Y si luego me incrementaban a 8, pues ese dinero también se iría a la cuenta de ahorros y yo seguiría viviendo con 4.
Y así pude vivir los siguientes 5 años de mi carrera. 5 años donde reduje considerablemente mis niveles de ansiedad, pero más aún, me liberé de la presión de tener que mantener cierto salario porque sabía que no necesitaba tanto para vivir como quería.
Esa fue la pieza clave que me permitió renunciar a mi vida corporativa para cambiar por completo mi vida laboral a los 35 años y dedicarme a algo que me generaba mucha más pasión que lo venía haciendo, manteniendo el mismo estilo de vida cómodo al que venía acostumbrado.
Me había demostrado que puedo vivir con menos ingresos de lo que pensaba que necesitaba, y además tenía un buen colchón de dinero ahorrado por todos los años que dejé de incrementar mi estilo de vida, lo cual me permitió dedicarle por lo menos 2 años a mi emprendimiento, asumiendo que no ganara ni un centavo nuevo (lo cual es poco probable).
Y a esta forma de manejar mis ingresos fue lo que más tarde le puse el nombre de Ingreso Mínimo Viable (IMV).
¿Qué es el Ingreso Mínimo Viable?
En sencillo, el Ingreso Mínimo Viable (IMV) consiste en determinar el monto de dinero que necesitas para vivir una vida cómoda en base a los estándares que tú escojas. Para algunos, su IMV puede ser $2,000 y para otros puede ser $8,000. El número no es lo que importa, sino que te comprometas a él una vez que lo determines. El truco para saber si tienes el número adecuado es si puedes imaginarte viviendo 10 años con el mismo sueldo y ser feliz.
Tampoco significa que debas apuntar a ganar solo ese monto de dinero y nada más, sino que sepas que ese es el monto que necesitas para vivir cómodamente. Todo lo que exceda ese monto, lo puedes ahorrar o invertir, cosa que puedas usar ese dinero ahorrado para sostenerte si es que pierdes el trabajo o si decides tomar una decisión vocacional importante (lo cual te reduce la ansiedad de la decisión). Es decir, para comprar tu libertad.
¿Cómo armar tu IMV?
Para saber cuánto debe ser tu Ingreso Mínimo Viable recomiendo seguir 2 pasos sencillos.
Paso 1: Define tus gastos
Tener un presupuesto para tus gastos es una práctica vital para definir tu IMV. Existen muchas formas de armar un presupuesto pero lo más sencillo es simplemente definir categorías de gastos importantes y definir cuánto usualmente gastas por categoría.
Hagamos un ejercicio para que te sirva de modelo.
Primero, hay que definir las categorías más importantes en las que usamos nuestro sueldo. Te comparto algunas de mis categorías favoritas:
Préstamos: préstamo vehicular, domiciliario, personal, etc.
Movilidad: gasolina, taxis, pasajes, etc.
Comida: compras en el mercado, supermercado, etc.
Salidas: ir a restaurantes, cine, bares, etc.
Subscripciones: Netflix, Amazon, Spotify, etc.
Seguros: vehiculares, de vida, salud, etc.
Hijos: colegio, movilidad, salud, gastos diarios.
Comunicaciones: plan de celular, internet en casa, etc.
Deporte: gimnasio, matrícula a un club, clases deportivas, etc.
Gustos: compras que podamos hacer por puro placer como ropa, juegos, artefactos, etc.
Emergencia: compras imprevistas que puedan ser necesarias para el hogar o la familia.
No existe una regla sobre cuáles deben ser tus categorías pero sí es importante identificarlas en base a tu estilo de vida actual.
Pero lo que sí recomiendo es siempre incluir la categoría de “Gustos” porque la idea detrás del IMV es que nos permita vivir un estilo de vida cómodo y que disfrutemos. No se trata de vivir ajustados y ansiosos.
Y ojo que no he incluido una categoría de “ahorro” porque mi idea es que el ahorro será todo lo que exceda del IMV.
Paso 2: Calcula cuánto necesitas gastar
Ya con las categorías definidas, podemos pasar a distribuir nuestros ingresos. Imaginemos que ganamos $2,000 al mes. Nuestro presupuesto puede quedar de la siguiente manera:
En este ejemplo, el IMV serían los $2,000 pero eso no significa que esta persona no pueda ganar más en un futuro. Significa que si vive una vida cómoda con este presupuesto, si de pronto le suben el sueldo a $3,000, podría ahorrar $1,000 al mes y seguir viviendo cómodamente como lo hace actualmente.
El problema en el que nos solemos meter es que si nos aumentan el sueldo, solemos gastarlo en los campos que hemos definido y eso nos genera 2 inconvenientes a futuro. El primero es que nos acostumbramos a vivir en un estilo de vida más caro (y luego cuesta regresar a un estilo de vida anterior), y el segundo es que no generamos ningún tipo de ahorro.
Como comenté anteriormente, no estoy en contra de incrementar nuestro estilo de vida, pero si vamos a hacerlo, debemos ser conscientes de que eso implica sostener cierto nivel de ingreso a futuro.
Lo que sí busco evitar es caer en el barril sin fondo de lo que significa incrementar nuestro estilo de vida de manera automática cada vez que obtenemos un aumento en nuestros ingresos. La base filosófica del IMV es que podemos tomar control de nuestro presupuesto en base a lo que consideramos que es un estilo de vida lo suficientemente cómodo para sentirme feliz.
Gracias a que descubrí esta manera de manejar mis ingresos hace varios años es que he podido tomar decisiones profesionales que normalmente se consideran como arriesgadas, con la tranquilidad de que tengo ahorros que me permiten sostener un estilo de vida al que ya me había acostumbrado, y además de saber que no tengo que generar una cantidad muy alta de dinero al mes para seguir viviendo bien. Para todos los que hemos emprendido en algún momento, esto último es sumamente importante porque el inicio de un emprendimiento es siempre lo más difícil.
¿Necesitas ayuda para armar tu IMV?
Si te has identificado con alguna de las ansiedades que mencioné anteriormente, como el miedo a perder tu trabajo o a querer hacer un salto profesional y creer que no puedes hacerlo, comienza a armar tu Ingreso Mínimo Viable. Y si necesitas ayuda para empezar, escríbeme y vemos cómo puedo ayudarte.
En cualquier caso, siempre recuerda que los seres humanos nos adaptamos rápidamente a los cambios y a veces nos olvidamos de que eso también aplica para los cambios positivos (como un aumento de sueldo). Y debido a la “Aversión a la pérdida”, nos podemos estar acostumbrando a un estilo de vida que luego nos genere mucha ansiedad sacrificar a cambio de un poco más de libertad y paz mental.
Todos tenemos un Ingreso Mínimo Viable. El truco está en querer saber cuál es el tuyo.